30.7.13

Cómo (Y Por Qué) Empecé A Correr

En 2007 yo pesaba 96 kilos.

También en 2007 pasamos por una situación familiar realmente angustiosa, y en mi trabajo empezaba a notar una soga al cuello, que culminaría en cambiar de profesión un año y medio después.

Necesitaba, en definitiva, perder peso, en muchos sentidos. También en el literal. Así que en casa seguimos un plan de dieta supervisado por un médico, y conseguimos plantarnos en mediados de 2009 con casi 30 kilos menos encima cada uno. Además, logré escapar del sótano donde me consumía cada día y empezar otro proyecto profesional, que aún sigue.

Sin embargo, mi pérdida de peso fue gracias a una dieta controlada, pero nada de ejercicio. Había nadado durante unos meses cuando estudiaba, pero no bajé ni un gramo entonces. Me encontraba bien y me alegraba estar en mi peso, pero me preocupaba tener que pasarme la vida a régimen para mantenerlo, así que decidí aprovechar que por fin las piernas me sostenían sin quejarse, y salí un ratillo a trotar.

La primera vez fueron 5 minutos, el primero y último de los cuales me los pasé andando; el primero, avergonzado de llevar chándal y mover el culo, y el último, intentando mantener el hígado dentro del cuerpo.

Después de éso, empecé a motivarme. Como soy una rata de biblioteca, leí libros. Empecé con el de Murakami, y con el de Arcadi Alibés, y comencé a visitar webs sobre entrenamientos para principiantes. Ni se me pasaba por la cabeza competir una carrera o llevar un control de los km que hacía; con ser capaz de ir hasta el final de la calle y volver me era suficiente.

Aprendí a desplegar la paciencia que todo el mundo me dice que tengo. A respirar por la boca y bajar el ritmo cuando me faltaba el aire, en vez de respirar más deprisa. A dar pasos más cortos al principio y alargar la zancada cuando notaba las piernas ya calientes. A estirar después de correr, y no antes. A dedicar un minutillo a calentar primero, y a no frenar en seco. A no obsesionarme con la velocidad y concentrarme en acumular experiencia atendiendo a los que mis piernas y mis pulmones me pedían a cada momento.

Durante mucho tiempo corrí 4km cada dos días, en más de 25 minutos. Poco a poco, fui probando una manzana más, media vuelta más, ir hasta el final del parque en vez de darme la vuelta en la fuente... hasta que establecí una rutina de 6km casi cada día. Me apunté a mi primera 10k y pasé de la hora por 20'', me apunté a la segunda para bajar esos 20'' y pasé por poco de los 55'... me llegó la "marquitis": bajar de 50' como sea, mantenerme siempre por debajo de 5'/km, hacer más de 100km al mes...

He pasado por meses de fatiga inexplicable, en que era incapaz de pasar de 50km o acabar con soltura un trote de 5km. He alternado la carrera con entrenamientos de fuerza. He alargado las salidas hasta hacer 20km en dos partes, con la vista fija en una media maratón. He cambiado a la bicicleta por necesidades laborales, y he recuperado las ganas de correr porque no puedo hacerlo tan a menudo.

Y todo éso, con un único objetivo: poder jalarme un bocata sin miedo a pasar de los 70 kilos en los que me mantengo, sin más esfuerzo que hacer algo que ha acabado gustándome casi tanto como comer.


25.6.13

Cambiar


En noviembre pasado tuve un bajón considerable. Me sentía flojo, sin ganas de salir. Algunos de los consejos que me ayudaron fue cambiar de rutas, salir menos a menudo pero más rato, hacer series... en definitiva, que correr dejara de ser la rutina tediosa en que se había convertido, y volviera a encontrar algo que me hiciera recuperar las ganas.
Me obligué, me puse como meta mejorar tiempos en serio, y finalmente volví a coger el ritmo, consiguiendo mantenerme por debajo de 48 a los 10k de manera habitual. Ahora salgo menos a menudo, he olvidado la obsesión por salir "todos los días menos uno", o "al menos uno de cada 3", o "un mínimo de 4 a la semana", para centrarme en salir a lo que me gusta; de este modo, he conseguido que correr 10km de ida y de vuelta a la playa, por el mero placer de hacerlo, o salir sin Runkeeper y sin rumbo fijo, sólo con una vaga idea de hacia dónde ir, para descubrir simplemente una ruta nueva.
Otro de los consejos que me dieron, y que no seguí en su día, es cambiar de deporte. La verdad es que me daba una pereza enorme, pero por obligación he tenido que pillar la bici de forma habitual, y no puedo estar más contento. Ahora cada día me hago 18km para ir a trabajar, y éso me ha obligado necesariamente a correr menos, pero no me importa, porque continúo con una media muy aceptable de kilómetros mensuales (de hecho, hago muchos más, aunque con menos esfuerzo); además, trabajo otros grupos musculares, evito sobrecargar las rodillas y los tobillos, y ahorro gasolina, que tampoco está mal.
Lo mejor de todo, es que cuando salgo de nuevo a correr, estoy aún más liberado de esas presiones que me ponía yo sólo. Tengo cubierto un mínimo de kilómetros en mis piernas por pura rutina, así que cuando corro lo hago de nuevo porque quiero, y me sabe a gloria. Noto también las piernas más fuertes y las articulaciones menos castigadas.
Así que en definitiva, gracias por los consejos, tanto los que seguí para salir del bache de motivación, como el que he seguido un poco por obligación, que me permite seguir corriendo sin agobiarme, que es lo que yo quería.
Este año la Media no se me escapa!!

28.4.13

Cursa Nocturna de L'Hospitalet

Todo el santo día lloviendo no ayudaba a las buenas perspectivas. Pude darme el lujo de llegar a la salida al trote desde casa, dado que vivo a escasos 2km, lo cual me sirvió de calentamiento. Desde que puse un pie en la calle, una fina llovizna me estuvo acompañando, hasta el mismo momento de las 9 de la noche, en que dieron la salida.

Pensaba que habría menos gente, pero qué va. Éramos más de 5000 apiñados entre el IKEA y el Gran Vía 2, ante unas cuantas carpas, una de las cuales servía de cocina para la Fideuà que nos esperaba a la meta.


Salimos a las 9 en punto. Estuve los 10 minutos anteriores sin poder moverme, atrapado en el mogollón de los primeros 50 metros. Delante de mí, 3 chicas de unos 14 años que se concentraban e intentaban soltar las piernas como atletas olímpicas; las perdí nada más empezar, supongo que hacían la 5k y salieron disparadas. Tardé como un minuto y medio en pisar realmente la salida, pero no me fijé en el tiempo, como siempre, porque me estaba sonando AC/DC en las orejas y no era plan de desconcentrarse.

Intenté poner el Runkeeper, pero no había manera de pillar satélites. Como el trazado seguro que lo iba a conseguir igualmente, opté por no trackearme el recorrido ni cronometrarme, y dejarme sólo la música, de modo que corrí sin referencias de tiempo ni de velocidad; de vez en cuando viene bien para escuchar simplemente a tus piernas y tus pulmones, en vez de a la chica que te habla cada 5 minutos y, quieras que no, te va condicionando.

Y salí simplemente a correr, y era consciente de que iba más fuerte de lo habitual, pero no hasta que me encontré el hito de los 2km casi sin darme cuenta; apenas había empezado a coger ritmo y ya llevaba casi un cuarto de carrera. De repente, tuve 30 segundos de "¡ostia! ¡no tengo ni idea de la altimetría! ¡es todo asfalto! ¿cómo voy? ¿puedo seguir así 8km más?". Miraba al resto y parecía que todos me pasaban. Me molestaba la camiseta de manga larga que me había anudado a la cintura antes de salir. El chip se me iba a caer.

"Es que eres mu tonto. Tú no sabes correr sin asistente. Si te pones música la vas siguiendo y te olvidas de coger un ritmo constante. Como suene "Battery" te vas a vaciar en 4 minutos. Y no te has asegurado el lazo de las zapatillas, te vas a tener que parar. ¿Por qué no admites de una vez que sólo eres un gordo menguado y dejas de fingir ser un deportista?"

A todo ésto, los de 5k se van por su lado, y el resto seguimos Gran Vía abajo, lejos de Barcelona. Suelo correr por aquí, es la ruta que no me gusta pero que uso cuando llueve, porque no tiene tramos de tierra.  Llegamos al Gornal y descubro un nuevo paso bajo la autovía que no conocía, y éso que vivo a 1km escaso; que poco mundo tengo... Veo el IKEA otra vez a los lejos, pues no voy tan mal. Creo que de hecho voy demasiado bien, igual me estoy durmiendo en los laureles. En realidad me conformo con acabarla y quizás bajar de 50 justito...

No. La semana pasada me hice ésto dos veces seguidas, puedo acabarla perfectamente; y lo he hecho ya tres veces por debajo de 50, una de ellas en el Circuit de Catalunya, con sus cuestas rompemuslos, osea que tira y deja de quejarte. Está sonando Battery y has pasado el hito del 7, aprieta.

El tramo por dentro de Pedrosa está puesto para matar la moral. Correr de noche por un polígono industrial vacío, sin apenas luz y sin gente... la recta hasta el giro parece no acabar hasta Badalona, no me jodas. De vuelta, ves que a tu derecha te queda el IKEA, donde sabes que está la meta, y lo ves pasar, y lo ves alejarse, y sabes que tienes que volver a hacer ese recorrido otra vez para acabar. No veo el hito de 8. Cuando llego a la rotonda del hotel redondo veo que hay coches, osea que la vuelta la daremos vete a saber dónde. Cuando por fin volvemos al lateral de la Gran Vía, el IKEA parece que lo han trasladado a Sant Adrià. No he visto el hito de 9, pero tengo que haberlo pasado. Empieza The Rising.

Veo el crono, pero sin gafas no sé si voy bien o mejor me escondo de vergüenza. A tomar por saco, de vuelta a casa me pillo un taxi, pero de aquí no me voy sin darlo todo. Vamos a ver de qué están hechas las Asics.

Todo lo que alcanzo a ver al pasar la meta es un 48. Si pienso en que he debido pasar por salida al minuto de empezar, debo estar por debajo de 48. No me parece descabellado, sería parecido a lo que hico en Sagrera, con un recorrido similar, aunque allí llevé durante 2km a una liebre que parecía haber atracado un banco...

Hay mucha cola para la fdeuà, y C me espera en casa con una pizza casera y 3 gatitcos. Dejo mi chip, cojo mi cocacola y mi agua, me vuelvo a poner mi camiseta de manga larga y me vuelvo a casa caminando, sólo. Los gemelos van a matarme, espero no tener rampas esta noche.

Los resultados no estarán hasta la mañana del domingo. Estoy contento porque he bajado de 50 seguro, y es posible que haya hecho uno de mis mejores tiempos.

Hoy me he levantado y me me buscado en la web de resultados...






47'18''. Mi mejor tiempo, en mi ciudad!!!



28.3.13

Zapatillas, Bambas y Cosas de los Pies

En esta entrada, una de las cosas que más comentarios suscitó fue una simple frase: "olvida la estupidez de supinador o pronador". Debí escribir "...por ahora", puesto que cundo uno empieza a pillarle el gusto a correr, acaba necesitando preocuparse en serio de sus pies.

Hay 3 formas de pisada: pronador, supinador, y neutro. Los pronadores apoyan primero la parte interior del pie; los supinadores, la exterior; y los neutros, más o menos caen (caemos) "recto". Cuando vas a machacarte los pies unas horas a la semana, es importante saber qué tipo eres, para usar unas zapatillas que te protejan adecuadamente. Así, un pronador necesita zapatillas que amortigüen mejor el interior, porque es la zona de mayor impacto y presión en cada pisada; un supinador necesita lo contrario; y un neutro, otra cosa distinta, aunque éste es un caso que soporta bien cualquier tipo de calzado (al neutro también se le llama "universal", una cosa un poco absurda, porque ni somos mayoría ni el resto está fuera del universo).

Yo soy neutro, lo cual me permite no preocuparme demasiado por el calzado que use. Mis primeras zapatillas de correr, a las que les hice más de 1000km, algunos de los cuales pesando más de 90kg, eran unas Kalenji de la cesta de saldos, y me costaron 14,95 euros. Cierto es que no corría la media de 25-30km por semana que ahora hago, pero dieron bastante buen resultado, aunque no quedaban tan guais en las carreras populares.

Cuando las Kalenji pidieron una muerte digna, me regalaron unas Adidas Litestrike EVA, que creo que no llegaron a los 60 euros. Es 4 veces el precio de las primeras, y la verdad es que me fueron muy bien. Les hice 1100km, y cuando han dejado de servir para correr, las estoy usando como calzado del día a día, porque están impecables.

Ahora tengo unas Asics Contend Gel, 48 euros de oferta en spartoo.es, aunque en alguna tienda las he visto por alrededor de 60 euros. De momento me van igual de bien que las Adidas, cuando corría con ellas.


¿Por qué este repaso? Por lo siguiente: conozco a gente que condiciona su práctica al equipamiento, y éso es un error. Lo cual no quiere decir que haga falta un mínimo de equipamiento para algo tan importante como evitar lesiones o sentirse cómodo, pero poner en lo que llevas puesto toda la responsabilidad de tu práctica es absurdo, en mi opinión. Unas zapatillas de 140 euros no van a hacer que salgas más a menudo, ni que corras mejor, que unas de 60. Tampoco se puede preparar un maratón con unas Kalenji de 15 euros, más que nada porque no llegarán vivas a la prueba.

Evidentemente, cada corredor tiene sus necesidades. Si entrenas principalmente por asfalto o pista dura, en sesiones de 30 a 45 minutos, 3 o 4 veces por semana, tus zapatillas no pueden ser las mismas que las de alguien que cada vez que sale se hace 25 km en campo a través. Pero lo que creo que es importante es ser muy consciente de que ponerme las mismas bambas que quien hace maratones no me va a hacer acabar maratones; algo tan sencillo parece no ser fácil de entender para muchos, aunque lo formulen en forma negativa: "yo no puedo correr así porque no tengo ese equipamiento, que si no...". Éso es falso. He visto señores mayores pasarme en carreras con zapatillas suplicantes, pantalones del mundial '82 y camisetas de caja de ahorros; y he pasado a tipos con mallas, Mizuno de 120 euros, cintas compresoras, pulsómetro, camiseta de cafeína y portabotellas de mano; tipos que perdieron tanto tiempo en buscar equipamiento que no se quedaron sin horas para salir a correr.

26.10.12

No Puedor!!!



De un tiempo a esta parte mi perfil de Runkeeper no se actualiza tan a menudo como debiera. Tuve un mes de Septiembre de mucho curro, tanto que había días que apenas podía disponer de más de 8 horas para cualquier cosa que no fuera trabajar.

Y lo estoy pagando. Llevaba 3 meses seguidos pasando de los 100km de carrera acumulada, y de repente los 68km de Septiembre se me antojan insuperables. Se me pasó la fecha de inscripción de la Mercè, y mi próximo 10k es la Jean Bouin, pero no estoy seguro de poder bajar de los 50', que ya fue mi objetivo no cumplido para Bombers, en Mayo.

Tengo menos ganas de salir, y cuando lo hago, apenas puedo dar un paso sin pensar que no voy a ser capaz de llegar a los 5km. Me parece increíble, cuando hace un par de meses corría 6km diarios fijos, con picos bastante frecuentes de 7 y de 8, incluso domingos de 10.

Lo peor es que estoy cayendo en una espiral: cuanto peor lo paso, menos ganas tengo de salir, y más me cuesta correr cuando salgo, porque salgo menos. Para Junio, estaba convencido de poder preparar una media maratón a unos pocos meses vista, pero ahora me veo casi como hace un año, inseguro de acabar un 10k.

Quizá necesite cambiar de rutas o encontrar compañeros. Correr sólo es de verdad difícil a veces. No lo sé. Necesito consejos.

22.8.12

Pensar Antes De Correr (Y De Escribir)

Anteayer, Nike Running Spain publicó ésto en su muro de Facebook:


Los comentarios de las marcas en sus redes sociales no son más que otra forma de spot, y suelen obtener poca respuesta. Sin embargo, fuimos 85 personas las que no pudimos refrenar el impulso de decirle algo a Nike por semejante temeridad. Algunos entendieron el desafío como una forma de motivción, y la verdad es que no es más que jerga publicitaria, pero me parece una buena intro para hablar de correr con calor.

Ya lo he dicho pero me repito más que el ajo si hace falta: sudar en exceso es peligroso. El sudor sirve para regular el calor del cuerpo, actúa como un radiador, expulsando agua. Y el agua es necesaria. Imprescindible. No se puede correr sin agua, porque no se puede vivir sin ella. El calor excesivo, ya sea autoinducido con prácticas absurdas como rodearse de plásticos, o proveniente del ambiente, nos hace sudar para regular la temperatura, y al sudar perdemos agua. Podemos llegar a perder tanta que nos deshidratemos y suframos calambres, malestar, desmayo y, sin exagerar un pelo, daños cerebrales.

Yo no sé si soy un buen runner o no, pero sí sé que a veces hace demasiado calor para correr. Ya sé que hay maratones en el desierto, pero también sé que durante la mítica carrera de las Barrancas del Cobre, el mismísimo Barefoot Ted llegó a beber su propia orina porque temía desmayarse y caerse por un barranco sin que le viera nadie.

Murakami dice que "El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional". No es necesario sufrir ni lesionarse para correr bien. estamos haciendo deporte para estar más sanos, no para destrozarnos el cuerpo. En esta época es mucho más sensato correr a primera hora de la mañana, o por la noche, cuando el sol no nos machaque. Y aún así, es necesario planificar la ruta para encontrar fuentes o llevar un pequeño avituallamiento de agua o bebida isotónica. Y sobre todo, si nos empezamos a marear y la cabeza nos duele, tenemos que parar.

Para hidratación en carrera: http://www.soymaratonista.com/6853/10-tips-de-hidratacion-para-correr-mejor

Salud y agüita fresca!!

11.8.12

El Umbral Aeróbico Y La Barrera Del Glucógeno

Correr es un ejercicio aeróbico
Ésto lo hemos oído muchas veces. ¿pero, qué significa? Pues que para hacerlo necesitamos quemar oxígeno. En condiciones normales, para realizar cualquier trabajo muscular obtenemos la energía quemando glucosa, un proceso llamado glucólisis. La glucosa la obtenemos de la dieta, transformando los azúcares y grasas que ingerimos en glucógeno, la forma de almacenar glucosa en los depósitos del cuerpo, principalmente el hígado y los músculos. La transformación de glucosa en energía requiere de la presencia de oxígeno, que obtenemos del aire, a través de la respiración, y llevamos hasta los músculos por el torrente sanguíneo, gracias al impulso de los latidos del corazón. Éste es el proceso (muy simplificado) que usamos para obtener energía para correr, resolver una ecuación, escribir en un teclado o hacer la digestión.


En condiciones normales, por ejemplo, para andar, respiramos para obtener aire al ritmo que necesitamos, que no es muy alto, y vamos quemando glucosa por orden: primero la que está en la sangre, procedente de lo que hemos comido hace poco, después de los depósitos del glucógeno del hígado, y cuando éste se acaba, del otro gran depósito de energía: la grasa. Si pensamos en un coche, la gasolina que está en el motor es la glucosa de la sangre (está disponible inmediatamente); la que está en el depósito del coche sería el glucógeno (hay que llevarla hasta el motor y mezclarla con aire); y la grasa sería la gasolinera más cercana (hay que llegar hasta ella, llenar el depósito, lo cual lleva más tiempo). Sin embargo, requiere tiempo, más para cada tipo de reserva, y por tanto falla para una demanda de energía rápida y potente: para levantar mucho peso, por ejemplo, o correr muy deprisa.

En caso de necesidad, hay otra manera, más rápida, de que los músculos obtengan energía, sin necesidad de oxígeno. Además de en el hígado, también almacenamos glucógeno en los músculos, como medida de emergencia ante una demanda de energía tan rápida y explosiva que no podemos esperar a que se degrade en el hígado y nos la traiga la sangre. Este segundo método es la glucólisis anaeróbica, y se llama así porque no requiere de oxígeno, pero tiene dos inconvenientes básicos:

  1. Hay muy poco glucógeno disponible para ésto, porque es para situaciones de verdadera emergencia: aguantar un peso que nos cae encima, salir al sprint para huir de un peligro (todos estos mecanismos llevan ahí desde que éramos quasisimios cazadores, mucho antes de que corriéramos por deporte); debido a ésto, no se puede mantener esa situación mucho tiempo. Pronto (cuestión de segundos o minutos, a lo sumo), el músculo necesitará de glucosa procedente de otras reservas, pero como no se degrada suficientemente rápido se entra en una situación de colapso: el cuerpo responde a esta anomalía con dolor, temblores y, finalmente, la relajación involuntaria del músculo. Probad a levantar una mancuerna que esté en el límite de vuestra resistencia durante un rato: acabaréis soltándola aunque no queráis.
  2. Se genera un residuo llamado ácido láctico, que al cabo de un rato se solidifica en forma de cristales dentro del propio músculo, provocando un dolor muy molesto y muy común: las agujetas.
Cuando uno corre por encima de su umbral aeróbico, es decir, cuando está haciendo que sus músculos tiren de su propio glucógeno porque no les da tiempo a obtener energía de la glucosa y el oxígeno, está haciéndose un flaco favor, porque no podrá seguir el ritmo mucho tiempo y además sufrirá dolores y, quizás, lesiones.

Por tanto, lo ideal es correr dentro de tu umbral aeróbico, es decir, al ritmo que te permitan tu respiración y tu aporte de glucosa. Mantenerse en la zona aeróbica es lo que permite que haya gente capaz de correr maratones, y ultramaratones. El límite para estos atletas son sus músculos, no sus pulmones, puesto que siempre hay aire del que sacar oxígeno, y siempre puedes ingerir glucosa si te quedas sin ella.

Un inciso: evidentemente, no hablamos de velocidad. Los velocistas corren en su zona anearóbica, pero por una razón muy evidente: necesitan correr mucho en poco tiempo, su objetivo es justo el contrario de alguien que quiere recorrer la mayor distancia posible. Por ésa razón los velocistas son moles de músculo, a diferencia de los fondistas: básicamente, son depósitos de glucógeno rápido andantes (o "corrientes", dabumchssss!!). Pero es imposible que ni el mismísimo Usaim Bolt corra ni un mísero kilómetro a la velocidad  a la que se pule los 100 metros lisos, ni siquiera los 400. 


Para saber cuál es tu umbral aeróbico, no hace falta hacer cálculos muy complicados. Aunque siempre puede uno someterse a una prueba de esfuerzo, lo más intuitivo es lo siguiente: corre a un ritmo que te permita respirar de manera que puedas hablar a la vez. Es una buena medida de que estás respirando a un ritmo que te aporta el oxígeno necesario para mantener tu trote, sea el que sea.

Al principio es muy frustrante: enseguida resoplas, abres la boca como un besugo y te empeñas en respirar más rápido, pensando que así podrás correr más, pero te equivocas; lo más probable es que tengas que pararte en seco y ponerte a fingir buscar las llaves para disimular que vas doblao.  

No. Como todo en este deporte, es cuestión de paciencia. La buena noticia es que el umbral aeróbico va aumentando con el entrenamiento, por varias razones:
  1. Además de tus piernas, también ejercitas tus pulmones, que se ensanchan más y mejor, cogiendo más aire en cada aspiración.
  2. Tu corazón se hace más fuerte y con cada latido lleva la sangre más lejos; ésto hace que necesite latir cada vez más despacio, y si antes a 140 pulsaciones estabas al borde del colapso, con el tiempo puedas correr un buen rato a buen ritmo antes de llegar a los 120. De propina estás reglando varios años de esperanza de vida a tu querida patata. 
  3. Aprendes a perder el miedo a ahogarte. Dejas de boquear y respiras por la nariz, profundamente, tranquilo, aunque vayas corriendo, porque conoces tu cuerpo y sabes que puedes exigirle lo que antes parecía una muerte segura.



La "barrera del glucógeno"
Todo el mecanismo de glucólisis aeróbica es lo que permite perder peso corriendo (o andando, o haciendo "aerobic", o bicicleta, o nadando si se hace lentamente). Ya he explicado que primero se usa la glucosa de la sangre, y luego la que se obtiene al degradar el glucógeno del hígado, pero si nuestro cuerpo ve que aquello va para largo recalcula el tema y empieza a tirar de grasas (que me perdonen los fisiólogos, ésto es una explicación tan simplista que me he puesto hasta colorado, pero como no me ve nadie...). Ésto es parte del conservadurismo natural: degradar grasa es más lento, pero como no estamos pidiendo velocidad, sino que parece que vamos a pedir resistencia, es preferible guardarse el glucógeno por si en algún momento hay un pico de necesidad urgente, exactamente igual que hace con el glucógeno de los músculos.
El paso de quemar glucógeno a empezar a degradar grasa es lo que se conoce como "barrera del glucógeno". Corriendo dentro de tu zona aeróbica vienen siendo de 20 a 25 minutos. Es decir, que para empezar a quemar grasa hay que estar corriendo al menos 20 minutos. O andando, con cierta alegría. Pero sobre todo respirando bien. Lo que hace falta es una demanda constante y de baja intensidad para "pasar la barrera".
La buena noticia es que esa barrera también varía con el entrenamiento. A medida que nos acostumbramos a correr durante más tiempo, nuestro organismo varía su forma de servirnos energía para hacerlo. Se acostumbra a que le pedimos glucosa con más énfasis en la resistencia que en la urgencia, de manera que empieza degradar grasas antes y deja de recurrir al glucógeno durante tanto tiempo. En carrera, ésto se traduce en que los primeros minutos parece que te cuesta respirar, que las piernas no te responden, que no vas a poder llegar ni a la mitad de donde llegaste ayer... y de repente parece haber un "click" y te sientes suelto, te cuesta menos echar las zancadas, hasta parece que respiras menos que hace un momento. Has roto la barrera y estás corriendo en una zona aeróbica cómoda, pudiendo virtualmente no parar jamás.

En resumen: no por correr más rápido se corre mejor. Si lo que buscamos es una sesión larga, o estamos acumulando kilómetros para fortalecer músculos y ensanchando pulmones, paradójicamente hay que parecer débil: correr lento. Estamos poniendo los cimientos de un metabolismo que luego nos permita forzar sin tanto esfuerzo.

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